Muchas de las cosas que hace 50 años se consideraban privadas o sin interés, hoy –por el contrario– son temas privilegiados en las redes sociales.
Muchos niños, niñas y adolescentes deciden compartir información vinculada a su imagen personal, sus rutinas y sus pensamientos en las comunicaciones online. Las fotos, por ejemplo, ocupan un lugar central en los intercambios virtuales: permiten identificar físicamente al interlocutor, son el punto de partida de conversaciones y hasta permiten evaluar la veracidad o falsedad de los perfiles.
Cuando nos registramos en una red social, el sistema nos ofrece la posibilidad de agregar más información a nuestro perfil y de configurar su privacidad.
Así, por ejemplo, elegimos si compartimos nuestra información con toda la red, con nuestros contactos, con los contactos de nuestros contactos o simplemente si hay parte de esa información que no queremos compartir.
Establecer los parámetros de privacidad suele presentar cierto grado de complejidad. En el caso de niños, niñas y adolescentes, es importante que padres, madres o adultos a cargo puedan conversar con ellos sobre cuáles van a ser los criterios de privacidad
que aplicarán respecto de la información que suben a internet. Es necesario conversar sobre esto y permitirles pensar, elegir y determinar por sí mismos, con el consejo de un adulto, cómo y con quién quieren compartir su información.
CONFIGURAR LA PRIVACIDAD EN FACEBOOK
Estas capturas de pantalla muestran dónde elegir la configuración de la privacidad en nuestro perfil y publicacaciones de Facebook.
Por ejemplo, si deseamos que solamente nuestros amigos puedan ver lo que publicamos debemos: -Ingresar en la opción “Configuración”, luego la opción “Privacidad”, como muestran las imágenes.
Además, para cada actualización de estado, foto o contenido cualquiera que se publique, es posible indicar un tipo de privacidad específica, como muestra la imagen.
Una vez publicada la información en las redes sociales, deja de pertenecer solamente al usuario.
ADOLESCENTES Y PRIVACIDAD
La tarea de supervisión de los padres y madres o cuidadores y cuidadoras debe necesariamente ir de la mano con la construcción de un vínculo de confianza que permita un diálogo fluido, para que compartan con nosotros sus preocupaciones e inquietudes y, de ese modo, podamos ayudarlos a que superen sus dificultades.
Revisar, sin que lo sepan, los correos electróni- cos o los teléfonos celulares es, a largo plazo, fuente de decepción para los niños, niñas y adolescentes que, lejos de sentirse acompaña- dos por los adultos, perciben estas acciones como actitudes de control y vigilancia. Así, se vuelven más reservados aun y se alejan de quienes pueden ayudarlos a resolver sus ocasionales problemas.